En muchos juegos competitivos aparece un fenómeno recurrente: los jugadores sienten que el sistema debería recompensarles de forma “justa”, como si existiera una balanza moral que distribuye victorias y derrotas. Este sentimiento, que recuerda a cómo algunas personas creen que la suerte en un Coolzino casino debería equilibrarse con el tiempo, no tiene base matemática, pero sí una fuerte raíz psicológica. Una investigación del Instituto de Conducta Digital de Madrid realizada en 2023 con 2.700 jugadores reveló que el 71% cree en una especie de compensación interna del juego, aunque no exista ninguna mecánica real que lo respalde.
La “teoría de la justicia” aplicada al juego nace del deseo humano de encontrar patrones en sistemas caóticos. En shooters, MOBAs o incluso juegos de cartas digitales, muchos interpretan una racha negativa como una injusticia global del sistema y una racha positiva como una prueba de que “al fin les tocaba ganar”. Los datos de 120 millones de partidas competitivas muestran que, tras tres derrotas seguidas, el 48% de los jugadores atribuye el resultado a factores externos, no a su desempeño, lo cual constituye un mecanismo de protección de la autoestima.
En redes sociales abundan opiniones como “el matchmaking está en mi contra” o “el juego decide cuándo puedes ganar”. Estas afirmaciones no suelen reflejar manipulación real, sino la tendencia psicológica a construir una narrativa para explicar la variabilidad natural del rendimiento. Cuando un sistema es complejo y difícil de predecir, la mente busca causalidad incluso donde no la hay.
Los estudios cognitivos indican que esta expectativa de justicia se intensifica cuando los jugadores llevan mucho tiempo invertido. Tras más de 200 horas en un mismo título, la probabilidad de interpretar una derrota como injusta aumenta en un 34%, según datos del European Gameplay Lab. Cuanto mayor es la inversión, más se espera un retorno emocional proporcional.
Los desarrolladores han empezado a tener en cuenta este fenómeno. Algunos implementan sistemas de progresión paralelos que garantizan sensación de avance incluso durante rachas negativas. Otros añaden estadísticas detalladas para que el jugador entienda qué factores influyeron realmente en la derrota, reduciendo la percepción de arbitrariedad.
En el fondo, la teoría de la justicia en los juegos revela un deseo profundo: que el esfuerzo tenga sentido. Aunque el equilibrio perfecto sea imposible, los jugadores buscan coherencia y transparencia. Cuando encuentran estas cualidades, la experiencia se vuelve más satisfactoria, incluso en la derrota.
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En muchos juegos competitivos aparece un fenómeno recurrente: los jugadores sienten que el sistema debería recompensarles de forma “justa”, como si existiera una balanza moral que distribuye victorias y derrotas. Este sentimiento, que recuerda a cómo algunas personas creen que la suerte en un Coolzino casino debería equilibrarse con el tiempo, no tiene base matemática, pero sí una fuerte raíz psicológica. Una investigación del Instituto de Conducta Digital de Madrid realizada en 2023 con 2.700 jugadores reveló que el 71% cree en una especie de compensación interna del juego, aunque no exista ninguna mecánica real que lo respalde.
La “teoría de la justicia” aplicada al juego nace del deseo humano de encontrar patrones en sistemas caóticos. En shooters, MOBAs o incluso juegos de cartas digitales, muchos interpretan una racha negativa como una injusticia global del sistema y una racha positiva como una prueba de que “al fin les tocaba ganar”. Los datos de 120 millones de partidas competitivas muestran que, tras tres derrotas seguidas, el 48% de los jugadores atribuye el resultado a factores externos, no a su desempeño, lo cual constituye un mecanismo de protección de la autoestima.
En redes sociales abundan opiniones como “el matchmaking está en mi contra” o “el juego decide cuándo puedes ganar”. Estas afirmaciones no suelen reflejar manipulación real, sino la tendencia psicológica a construir una narrativa para explicar la variabilidad natural del rendimiento. Cuando un sistema es complejo y difícil de predecir, la mente busca causalidad incluso donde no la hay.
Los estudios cognitivos indican que esta expectativa de justicia se intensifica cuando los jugadores llevan mucho tiempo invertido. Tras más de 200 horas en un mismo título, la probabilidad de interpretar una derrota como injusta aumenta en un 34%, según datos del European Gameplay Lab. Cuanto mayor es la inversión, más se espera un retorno emocional proporcional.
Los desarrolladores han empezado a tener en cuenta este fenómeno. Algunos implementan sistemas de progresión paralelos que garantizan sensación de avance incluso durante rachas negativas. Otros añaden estadísticas detalladas para que el jugador entienda qué factores influyeron realmente en la derrota, reduciendo la percepción de arbitrariedad.
En el fondo, la teoría de la justicia en los juegos revela un deseo profundo: que el esfuerzo tenga sentido. Aunque el equilibrio perfecto sea imposible, los jugadores buscan coherencia y transparencia. Cuando encuentran estas cualidades, la experiencia se vuelve más satisfactoria, incluso en la derrota.