Internet es un ente dinámico que ha pasado en su historia por diversas fases. En un principio el mundo de Internet era para los elegidos, unos pocos expertos que creaban páginas web en código HTML. Posteriormente, los editores web permitieron que otros usuarios menos expertos accedieran a crear espacios web. Estas webs primigenias no planteaban apenas interactividad con el usuario que navegaba por ellas, lo que implicaba un claro distanciamiento entre el creador de la web y el usuario de ésta. Mas tarde, con la aparición de los blogs, todo esto dió un vuelco pues cualquier persona sin grandes conocimientos podía tener su propio blog. El boom de los blogs dió paso a nuevas herramientas (wikis, espacios para compartir vídeos y fotos, redes sociales, etc.). Fue el boom de la Web 2.0, en la que el usuario era el protagonista con el añadido de que no tenía que ser para nada un experto (sólo se necesitaba una dirección de e-mail y un poco de iniciativa para intercambiar experiencias y conocimientos). La Web 2.0 ha supuesto una revolución de nuevos espacios en los que, de forma gratutita, se pueden compartir documentos, fotografías, vídeos, favoritos, archivos, presentaciones, etc. Aparecen de forma natural conceptos como Educación 2.0, Ciencia 2.0, Política 2.0, etc. El desarrollo de tecnologías novedosas en las que se basa todo este entramado (AJAX, por ejemplo) ha propiciado esta revolución tecnológica.
El siguiente paso es que podamos acceder al conocimiento generado en los estadios anteriores de la forma más simple posible. Básicamente, la idea de Web 3.0 se refiere a una web capaz de interpretar e interconectar un número mayor de datos, lo que permitiría un avance importante en el campo del conocimiento. En definitiva, en la Web 3.0 se intenta que el usuario tenga una identidad en la red y pueda hacer una búsqueda significativa, más precisa e inteligente de forma rápida.
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